jueves, 4 de septiembre de 2014

Capítulo III < ¡Maldita llamada! >



Tomé la llamada mientras le daba la vuelta a la esquina, caminando. Me gusta caminar y ver los edificios viejos. El ruido de la calle no me permitía escuchar con claridad. Eran apenas las seis de la mañana y, ya era todo un bullicio. Un día agitado y turbulento estaba comenzando para muchos, en especial para mí. 
 -    ¡Toro! El bus de la iglesia tuvo un accidenta anoche. ¡hay muertos y heridos!
   Me dijo casi a gritos la voz masculina al otro lado de la línea.
-¿Qué? ¿Cómo fue eso?
  balbucear mientras mi cerebro trataba de analizar esas palabras. Detuve mi andar.
- La lluvia de anoche, los frenos. Algo así. Me contestaron. – ¡Venite a la igle!
  Colgué sin despedirme, comencé a caminar, casi a correr.
La iglesia estaba a 20 minutos a pie, desde el lugar en que tomé la llamada. Esos 20 minutos me parecieron una eternidad.
Al llega me topé con mucha gente fuera y dentro del edificio. En medio de la muchedumbre vi a Javier, quien me aviso de lo que pasaba unos minutos antes.
-¿Qué pasó Javier? – Lo interrogué al tenerlo frente a mí.
-Con la lluvia de anoche el bus de la igle perdió los frenos, se estrelló en un paredón y luego volcó. Hay tres muertos.
- ¿Y la Ingrid?
Su cara se puso seria, y su boca dibujo una mueca, una mueca triste, que me hizo comprender. No necesitaba una afirmación. A Ingrid le gustaba viajar en los asientos delanteros del bus.
Yo simplemente sabía lo que había pasado. El momento de shock comenzaba para mí. Nadie quiere recibir ese tipo de llamadas. ¡Esa maldita llamada!



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