Capítulo
I
Un día
normal
La entrada de la iglesia,
como cualquier otro miércoles a las 6:00
pm estaba repleta de gente que conversaba antes de entrar al culto evangélico.
Señoras con sus mantillas en la cabeza y sosteniendo a sus pequeños hijos de la
mano intercambiaban impresiones banas de lo acontecido durante la semana.
Adentro del iluminado local
unos cuantos jóvenes ensayaban las canciones con los instrumentos musicales que
en su mayoría fueron adquiridos gracias a una donación anónima.
Ya sentado en la tercera banca
estaba Carlos ”el toro”, apodado así por la costumbre de respirar fuerte, como
los toros enojados cuando estaba ansioso.
No hacía nada en ese
momento, la mirada estaba fija, le daba vueltas en su cabeza a lo que había
pasado en la tarde. Esa conversación con Ingrid lo tenía un poco nervioso. No
daba crédito a la revelación que ella le hizo.
Ingrid apenas tenía 15 años
y ahora se encontraba embarazada de su novio un año menor que ella. Carlos no sabía
cómo ayudarla.
Él se consideraba su amigo y
también amigo de sus padres, compartían actividades como las reuniones de la
iglesia. Definitivamente sería un golpe duro para los padres de Ingrid
enterarse de su embarazo.
El culto comenzó a las 6:30
en punto, mientras Carlos seguía pensando en el asunto. Ingrid entró unos
minutos tarde y tal vez para no llamar la atención se quedó en la última fila,
aun así, cuando Carlos volteo para saludarla pudo notar que había estado
llorando. Ese día, los padres de Ingrid no estaban en el culto.
Carlos tenia la mala
costumbre de hacerse responsable por los demás, siempre pendiente de sus
semejantes, tratando que todos estuvieran bien, incluso si esto le ocasionaba
problemas o sacrificios a él mismo.
Al terminal el culto Carlos
se apresuró para hablar con Ingrid, recorrió el pasillo central de la iglesia,
sin dejar de saludar a quienes se encontraba en ese camino.
Cuando logró alcanzarla, la llevó a un sitio
un poco apartado, ella le confesó que el papá del bebé no estaba dispuesto a
hacerse cargo, Carlos tratando de consolarla no lograba encontrar palabras que
pudieran ayudarla. Le dijo que no se preocupara al final de la corta
conversación. Ella se despidió y rápidamente abordó el autobús contratado por
la iglesia para llevar a los feligreses a las colonias más lejanas. El oscuro
cielo mostraba señales de lluvia, acompañado de una brisa que puso nervioso a Carlos. Al ver alejarse a Ingrid pensó que ese
no era un día normal.
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